Ciencia para impacientes

jueves, noviembre 13, 2008

Retos de la Ciencia en el siglo XXI

A lo largo del siglo XXI nuestra civilización habrá de enfrentarse a numerosos retos que pondrán a prueba su viabilidad tal y como hoy la conocemos. Muchos de estos problemas están en la mente de todos: un modelo energético basado en los combustibles fósiles que tiene sus días contados, una población creciente a la que habrá que alimentar, la amenaza del cambio climático, un medioambiente cada vez más debilitado etc. ¿Cómo deberá afrontar el ser humano estos retos? Parece claro que tendrá que echar mano de la que ha sido su mejor arma a lo largo de la historia: el conocimiento. Nuestra especie, que no se distingue ni por su capacidad física ni por poseer unos sentidos particularmente desarrollados, ha basado su éxito evolutivo en la adquisición y uso de conocimiento. Lo que separa al hombre que pintaba bisontes en Altamira de cualquiera de nosotros es pura evolución cultural. Y en este punto entra en escena la ciencia, cuyo método consistente en establecer un diálogo con la realidad mediante la observación y la experimentación ha demostrado ser una manera enormemente valiosa de adquirir conocimiento.

¿De qué manera podrá ayudar la ciencia a resolver los problemas que el ser humano afrontará en los próximos años? Esta es la pregunta que tratarán de contestar los cinco integrantes de una mesa redonda que tendrá lugar en la Casa de las Ciencias el viernes 14 de noviembre a las 19:00 y que lleva por título “Retos de la Ciencia en el siglo XXI”. En ella, cada uno de los ponentes abordará esta problemática desde un punto de vista distinto y ayudarán a introducir un debate en el que podrán participar todos los asistentes y que se espera sirva para responder a algunas cuestiones que se nos plantean casi a diario. A continuación, el listado de los cinco ponentes de esta iniciativa organizada por la asociación Nexociencia:

Malen Ruiz de Elvira

Directora de la sección FUTURO en el periódico El País:

- Panorama general


Carmen Torres

Catedrática de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad de La Rioja:

- El desafío de las bacterias


Javier García

Profesor y Director del Laboratorio de Nanotecnología Molecular en la Universidad de Alicante:

- Ciencia y tecnología en tiempos de crisis

Carlos Elías

Profesor de Periodismo Especializado en la Universidad Carlos III de Madrid:

- Medios de comunicación y su influencia en la ciencia


José Ramón Alonso

Rector de la Universidad de Salamanca:

-Desafíos de la biotecnología



Categoría: Ciencia, Nexociencia

martes, octubre 21, 2008

José Ramón Alonso Peña gana el Certamen de divulgación científica Teresa Pinillos

Jose Ramón Alonso Peña, ganador de Ensaya'08Fray Junípero y el autismo, obra de José Ramón Alonso Peña, catedrático de Biología Celular y rector de la Universidad de Salamanca, ha obtenido el primer premio del IV Certamen Teresa Pinillos de divulgación científica y humanística, Ensaya’08. La asociación Nexociencia, organizadora del concurso junto con la Universidad de La Rioja, ha hecho público hoy el fallo del certamen, al que se presentaron más de 200 ensayos.

El relato ganador de Ensaya’08, Fray Junípero y el autismo, nos acerca un trastorno del que todavía nos queda mucho por comprender, tanto desde el punto de vista científico como en lo relativo a la aceptación por parte del resto de los ciudadanos de esta discapacidad para la vida social.

El segundo premio del Certamen Teresa Pinillos ha sido para El lenguaje de las neuronas, de Casto Rivadulla Fernández, profesor universitario e investigador del Grupo de Neurociencia y Control Motor (NEUROcom) del departamento de Medicina de la Universidad de A Coruña.

El premio especial de la Real Sociedad Española de Química (RSEQ) ha recaído en el ensayo Antioxidantes y alimentos, de Jara Pérez Jiménez, becaria predoctoral del departamento de Metabolismo y Nutrición del Instituto del Frío (Consejo Superior de Investigaciones Científicas).

La entrega de premios (el primero dotado con 2.000 euros y el segundo con 1.000) se celebrará el próximo 14 de noviembre en la Casa de las Ciencias de Logroño. El acto incluirá una mesa redonda con el título “Retos de la ciencia en el siglo XXI”, en la que participarán los miembros del jurado de Ensaya’08 (Jorge Wagensberg, Malen Ruiz de Elvira, Carlos Elías, Mª Carmen Torres y Javier García Martínez).

En esta cuarta edición del Certamen Teresa Pinillos de divulgación científica y humanística han participado 209 ensayos, un 30 por ciento de ellos procedentes de fuera de España. La variedad también ha sido amplia en cuanto a los temas tratados, ya que prácticamente todas las áreas de conocimiento han estado representadas.

El Certamen Teresa Pinillos de ensayos de divulgación científica y humanística es una iniciativa de la asociación Nexociencia y la Universidad de La Rioja con el objetivo de impulsar la comprensión pública de la ciencia. Esta edición ha contado, además, con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), la Real Sociedad Española de Química, la Consejería de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de La Rioja, la Escuela Superior de Diseño de La Rioja y la Casa de las Ciencias de Logroño.

Categoría: Ciencia, Certamen, Nexociencia

viernes, octubre 10, 2008

Quinina: una síntesis de 90 años

La quinina es un alcaloide natural con multitud de propiedades. Es un antipirético, analgésico, y antiinflamatorio. Además fue el primer tratamiento efectivo contra la malaria que se usó desde el siglo XVII y casi el único hasta mediados del siglo pasado. En aquellos momentos, la quinina se obtenía exclusivamente de los árboles de Cinchona, originarios de América del Sur, pero que eran cultivados principalmente en zonas tropicales de Asia. Tal era la importancia de este compuesto que, con el comienzo de la II Guerra Mundial, el gobierno británico trató de asegurarse de que no llegaría la escasez haciendo acopio de quinina. Sin embargo, hacia 1942 la preocupación empezó a llegar a las filas aliadas debido a la duración y la generalización del conflicto. La situación se agudizó con la ocupación de las Indias Orientales Neerlandesas (actual Indonesia) por Japón en marzo de ese mismo año. A partir de ese momento, la mayor parte del suministro mundial de quinina estaba tras las líneas enemigas, por lo que buscar alternativas se convirtió en tarea prioritaria para los países aliados.

Una posibilidad que se barajó fue la de recuperar la quinina suministrada a enfermos de malaria por vía oral. La quinina es parcialmente metabolizada en el hígado, pero aproximadamente la mitad es excretada en la orina. Así, se intentó recuperar parte del valioso producto, aunque no se pudo poner a punto un método adecuado para la extracción a gran escala lo que evitó que esta alternativa fuera muy empleada.

La otra opción que se exploró fue la síntesis en laboratorio de quinina. Los primeros intentos de síntesis de quinina datan de 1850, aunque la carencia de métodos sintéticos adecuados unido a la poca información estructural de la quinina impidió cualquier avance significativo. No es hasta 1907 que el alemán Paul Rabe establece la correcta conectividad entre los átomos y años más tarde, en 1918, publica la primera aproximación a la síntesis de quinina partiendo de quinotoxina, un compuesto relacionado. En su publicación, catalogada como comunicación preliminar por los autores, se indican las transformaciones químicas para producir quinina, pero se aportan pocos detalles experimentales que aclaren cómo se llevaron a cabo.



Fue en 1944, en plena escasez de quinina, cuando los americanos Woodward y Doering publican su famoso artículo sobre la síntesis total de la quinina. Inmediatamente tras el anuncio, los científicos, de 27 y 26 años, respectivamente se convierten en héroes de guerra y acaparan titulares y portadas en los periódicos y revistas más importantes de EEUU.

Sin embargo, en cierta manera oculto por la fanfarria y la propaganda bélica, el trabajo de Woodward y Doering también recibió críticas. En primer lugar, la aclamada síntesis total de quinina no era tal, ya que el trabajo de los americanos concluía en la quinotoxina y confiaba en el procedimiento descrito por Rabe para la formación final de quinina. Más que una síntesis total, el procedimiento de Woodward era una síntesis formal, ya que nunca llegaron a realizar los últimos pasos. Uno de los científicos más críticos fue Gilbert Stork que sí trató de reproducir los últimos pasos de la síntesis total, sin éxito. Stork llegó a calificar la síntesis total de Woodward como “un mito ampliamente creído” y publicó su propia síntesis total de la quinina años más tarde.

Otra gran desventaja de la síntesis de Woodward y Doering era que llegar a la quinotoxina (a su vez precursor de la quinina) implicaba 17 pasos. Esto evitó que esta ruta se empleara nunca para el objetivo para que fue creada (y por la que los científicos obtuvieron fama mundial): la síntesis de quinina a gran escala que pudiera ser empleada para combatir la malaria en el frente de batalla.Poco tiempo después la II Guerra Mundial llegaba a su fin y la necesidad de quinina sintética desaparecía. No ocurrió lo mismo con la polémica científica que envolvió al asunto desde el principio. El hecho de que la llamada síntesis total no lo fuera realmente (ya que Woodward y Doering jamás llegaron a sintetizar quinina) y las dificultades de reproducir los últimos pasos de la síntesis (desarrollados por Rabe) ocasionó la polarización de la comunidad científica durante casi 90 años. Por un lado, Stork, que trabajó en su propia ruta sintética desde los años 40 del siglo pasado, acusó a Woodward de evitar conscientemente los últimos pasos ya que sabía que no funcionaban, lo que invalidaba por completo su ruta y colocaba a sus autores a un paso del fraude. Al otro lado, el químico e historiador Jeffrey Seeman aseguraba tras un completo estudio que Rabe sí fue capaz de llevar a cabo los últimos pasos de la síntesis, lo que automáticamente validaba la ruta de Woodward.

Al margen de las consideraciones publicitarias que tuvo en su época e incluso si se asume que la propuesta fue realmente una síntesis formal de la quinina, cuando Woodward publicó su ruta, la síntesis orgánica era todavía un proceso de ensayo y error y nadie creía que estructuras tan complejas como la de la quinina pudieran ser construidas por el hombre. Sin embargo, Woodward demostró que la síntesis orgánica podía convertirse en una ciencia racional y que la síntesis química podía sustentarse en los principios de la reactividad y la estructura. La quinina fue la primera de una serie de rutas sintéticas cada vez más complejas y elegantes que llevó a cabo durante toda su vida. Y este mérito es independiente de las dudas que surgieron a su alrededor.El debate se ha mantenido abierto durante varias décadas, mucho tiempo después de que la leyenda de Woodward se incrementara (ganó el Nobel en 1965 por “sus increíbles logros en el arte de la síntesis orgánica”) y de su muerte en 1979.

Ahora parece que este debate puede haber llegado a su fin. Recientes investigaciones han reproducido los críticos pasos publicados por Rabe y que fueron la base de la mayoría de las críticas a Woodward y Doering, empleando técnicas y reactivos ya accesibles en 1918. ¿Dónde está pues la confusión que llevó a poner en duda el logro de Woodward e incluso su buena fe? ¿Qué hizo mal Stork para no ser capaz de reproducir una síntesis ya descrita? La respuesta debería ser: No hizo nada mal. Al contrario, lo hizo demasiado bien. El paso crítico en la síntesis de quinina descrito por Rabe resulta ser una reducción con polvo de aluminio. Cuando Stork en 1945 (y otros autores después) emplearon polvo de aluminio para llevar a cabo la transformación sólo obtuvieron cantidades residuales de quinina. Sin embargo, pasaron por alto que la producción y almacenamiento de polvo de aluminio al principio del siglo pasado era un proceso poco controlado. Como consecuencia de ello, cantidades significativas de Al(III) impurificaban el polvo de aluminio de Rabe. Impureza que, al final, resultó ser la responsable del último paso de la síntesis. Años después, con las mejoras en la producción, esa impureza no estaba presente en el polvo de aluminio de Stork, por lo que fue incapaz de reproducir los resultados. Si Stork hubiera sido un poco menos cuidadoso, dejando al aire su polvo de aluminio, habría sido capaz de reproducir los datos de Rabe, la duda jamás habría rondado el trabajo de Woodward y Doering y esta entrada jamás se habría escrito.



Diego Sampedro

Categoría: Ciencia, Historia, Química

viernes, septiembre 26, 2008

Antibióticos: la batalla continúa

[Artículo publicado el 14 de septiembre de 2008 en el diario La Rioja]

Tuberculosis, gangrena, escarlatina, cólera. Hoy en día apenas damos un respingo al oír mencionar estas enfermedades pero no hace tanto causaban auténtico pavor. Y no era para menos; fueron sinónimo de sufrimiento y muerte hasta hace menos de setenta años. Si hoy en día son consideradas habitualmente como males del pasado, al menos para los afortunados que vivimos en el primer mundo, es gracias a uno de los mayores avances de la medicina del siglo XX: el descubrimiento y empleo generalizado de los antibióticos. Un gran triunfo de la ciencia que ha conseguido mantener a raya a las enfermedades infecciosas provocadas por bacterias, que una vez fueron la primera causa de muerte en nuestra sociedad. Pero, cuidado, aquella no fue una victoria completa. En los últimos años ha saltado la luz de alarma por el preocupante aumento de la resistencia de las bacterias que provocan estas enfermedades a la acción de todos los antibióticos conocidos. Un ejemplo que atestigua la gravedad de la amenaza: se estima que hasta un 60% de las infecciones hospitalarias que se producen en los países desarrollados son originadas por bacterias resistentes a estos medicamentos, una serie de trastornos que solamente en Estados Unidos provoca dos millones de pacientes, de los cuales un 5% termina falleciendo por este motivo. ¿Cuál es la causa de este aumento de resistencias? El problema consiste en que los antibióticos no combaten contra organismos estáticos. Las bacterias son seres vivos que evolucionan y pueden enfrentarse a los cambios que tienen lugar en su medio. Y de que manera además. Con capacidad para multiplicarse a gran velocidad y una enorme plasticidad genética, poseen una extraordinaria habilidad para adaptarse a ecosistemas variables. Por algo son los seres vivos que se cuentan en mayor número sobre el planeta, tanto en cantidad como en diversidad.

Cada vez que tomamos un antibiótico para tratar una enfermedad infecciosa, ponemos a las bacterias en contacto con dicho medicamento y les damos la oportunidad de que creen resistencias contra él. Y con que una pequeña fracción de estos gérmenes sobreviva al tratamiento es suficiente para que las resistencias adquiridas sean transmitidas a otras cepas de bacterias debido a la facilidad con que éstas intercambian material genético entre sí. O sea que ¡realmente tenemos un problema! Si contraemos una enfermedad provocada por bacterias debemos tomar antibióticos para curarnos. Pero cada vez que lo hacemos les damos opciones a formar resistencias y podemos provocar que estos medicamentos pierdan su efectividad. De hecho, el potencial curativo de todo antibiótico va disminuyendo con el tiempo y en algún momento debe ser sustituido por otros de nueva generación. Ahora, y este punto es importante, el uso (o abuso) que hagamos de ellos tiene mucha culpa del periodo de tiempo en que nos pueden ser de utilidad.

Pero es que, además, nos encontramos con un inconveniente añadido: la aparición de nuevos antibióticos se ha ralentizado en los últimos veinte años. Entre otras cosas porque una buena cantidad de las grandes compañías farmacéuticas ha disminuido sus esfuerzos en esta área y ha dado preferencia al desarrollo de antihipertensivos, antidepresivos y medicamentos contra enfermedades crónicas. Una estrategia que puede ser criticable pero también entendible. Cada nuevo fármaco que sale a la venta necesita de al menos diez años de trabajo y una inversión de unos 500 millones de euros. Si todo este esfuerzo se pone al servicio de un nuevo antibiótico, proporcionará un producto que es administrado en tratamientos cortos –de 7 a 14 días-, que puede quedar obsoleto en pocos años y que será recetado lo menos posible para salvaguardarlo del aumento de resistencias. Y las empresas, claro, quieren sacar la mayor rentabilidad a sus inversiones.Hasta aquí los problemas, hablemos ahora de soluciones. Una posibilidad sería alentar de alguna manera una mayor investigación en el desarrollo de nuevos antibióticos, una medida que es necesaria pero no suficiente. Como ya hemos visto, buena parte de la culpa de la mayor o menor eficacia de estos medicamentos radica en el uso que hagamos de ellos. Y, precisamente, en este punto es donde existe un enorme campo de acción ya que hasta el momento hemos despilfarrado su potencial. Por ejemplo, se calcula que el 60% de los antibióticos utilizados en medicina se recetan contra infecciones de las vías respiratorias superiores a pesar de que la gran mayoría de ellas son causadas por virus, organismos contra los que estos fármacos son totalmente ineficaces. Y si nos movemos hacia la veterinaria el panorama es incluso peor ya que las medicaciones en masa y el uso de antibióticos como promotores del crecimiento y en tratamientos preventivos son habituales en ganadería. Teniendo en cuenta que casi la mitad de los antibióticos consumidos se emplean en animales, estamos regalando a las bacterias un montón de posibilidades para que desarrollen resistencias y transfieran este material genético a otras cepas que afecten a los seres humanos.

Es necesario un mayor control en el uso de los antibióticos, tanto en medicina como en veterinaria. Un empleo adecuado de estos medicamentos es la única manera de minimizar el aumento de resistencias y prolongar su valioso potencial. Y cada uno de nosotros puede hacer algo al respecto. Cada vez que los consumimos sin necesidad, como contra la gripe que es una infección vírica, o no completamos un tratamiento adecuadamente porque a mitad del mismo nos sentimos mejor y abandonamos la medicación, las bacterias que se encuentran de forma natural en nuestro organismo pueden desarrollar resistencias que posteriormente serán propagadas. Tengamos en cuenta que los antibióticos son un auténtico tesoro en constante amenaza y aprendamos a utilizarlos con precaución para poder seguir disfrutando de su benéfica acción por mucho tiempo.



David Sucunza Sáenz

Categoría: Ciencia, Medicina, Salud

martes, agosto 26, 2008

El primer darwinista

[Texto publicado el 27 de julio de 2008 en el diario La Rioja]

Alfred Russell WallaceEl 1 de julio de 1858 tuvo lugar uno de esos raros momentos en los que la ciencia traspasa sus aparentemente herméticos muros y consigue cambiar para siempre nuestra percepción de la realidad. Si hasta aquel momento el relato bíblico del Génesis había dictado la manera de entender el origen de la vida y de la especie humana, una nueva teoría científica presentada en la Sociedad Linneana de Londres y que proponía a la selección natural como motor de la evolución de las especies inició una revolución en el pensamiento comparable a la que Copérnico había provocado tres siglos antes. La primera había apartado a nuestro humilde planeta del centro del universo; la segunda obligó al ser humano a bajarse del pedestal que el mismo se había creado y le hizo ver que era una especie animal como cualquier otra.

Sin embargo, la suerte también juega su papel dentro de la historia y la fatalidad impidió que los dos autores de la comunicación pudiesen defender sus tesis aquel día. Charles Darwin estaba enterrando a uno de sus hijos, muerto de escarlatina dos días antes; Alfred Russel Wallace se recuperaba de unas fiebres tropicales en algún rincón de Nueva Guinea. Estas tristes circunstancias, unidas a que tanto entonces como hoy el impacto de las comunicaciones científicas suele quedar restringido a unos pocos iniciados, hicieron que esta teoría evolutiva no cosechara el éxito inmediato que cabría suponerle. Su repercusión a gran escala tuvo que esperar un año más, cuando Darwin publicó su libro “El origen de las especies”, texto que provocó una auténtica conmoción en la sociedad victoriana. El mismo día de su publicación agotó los 1.250 ejemplares de la primera edición.

Este mes se conmemoran los primeros 150 años desde aquel hito científico y es curioso observar la suerte tan dispar que han corrido las memorias de estos dos grandes científicos. La gloria no le debe nada a Darwin, que desde luego tiene bien merecida su posición en el Olimpo de la ciencia, pero la estela de Wallace ha ido diluyéndose hasta caer prácticamente en el olvido. Aprovecharé estas líneas para hacerle un pequeño homenaje recordando brevemente su novelesca vida.



A mediados del siglo XIX la ciencia estaba viviendo un momento de transición; lo que hasta entonces había sido una actividad recreativa de caballeros adinerados que podían vivir sin trabajar se estaba convirtiendo en la profesión remunerada que hoy conocemos. Darwin tuvo la suerte de pertenecer al primer grupo pero Wallace fue menos afortunado y su vida constituyó una constante lucha por conseguir los medios suficientes que le permitieran dedicarse a la ciencia. De esta forma, su origen humilde le obligó a empezar a trabajar a los 14 años, con lo que no pudo recibir una educación superior, pero su amor por la historia natural fue tal que aprendió de manera autodidacta y comenzó a reunir una colección científica gracias a las excursiones requeridas por su principal empleo de aquel entonces, la de topógrafo.

En 1848, con 25 años de edad, comprendió que conformarse con ser un naturalista aficionado no satisfacía su ambición e ideó una aventurera manera de entrar en la élite científica: abandonar Inglaterra, navegar a ultramar y financiar sus investigaciones recolectando especímenes raros para museos y coleccionistas ricos. Dicho y hecho, primero en Brasil y luego en Malasia, recorrió las selvas de aquellas ignotas tierras viviendo muchas veces en condiciones de extrema dureza pero siendo capaz de subsistir y continuar su actividad investigadora. Fue éste un periodo muy fructífero científicamente pero también lleno de peligros ya que padeció numerosas enfermedades tropicales y hasta un naufragio; el bergantín en el que volvió de Brasil sufrió un incendio y, junto al resto del pasaje, tuvo que permanecer en un bote a merced del Océano Atlántico durante diez largos y desasosegantes días.

Curiosamente, el gran logro científico de Wallace llegó durante una de las numerosas convalecencias que le tocaron padecer durante su estancia en los trópicos. Mientras permanecía en cama por culpa de un ataque de malaria, tuvo tiempo de reflexionar sobre el problema de la evolución de las especies, idea que revoloteaba sobre los círculos científicos desde que fuera planteada por Erasmus Darwin, abuelo de Charles, y Jean Baptiste Lamarck pero que permanecía sin resolver, principalmente, porque nadie había ofrecido todavía un mecanismo convincente que la explicara. Pero el mecanismo estaba ahí, a punto de caramelo, al menos para quien había tenido la oportunidad de observar in situ como funcionaba la evolución y conocía la inspiradora lectura del libro de Thomas Malthus “Ensayo sobre el principio de la población”. Según este polémico reverendo, la población humana siempre tiende a crecer más deprisa que los recursos y en esta aseveración encontraron tanto Wallace como Darwin la ansiada solución al enigma evolutivo: la conocida selección natural.

Wallace llegó a esta conclusión en la primavera de 1858 y rápidamente redactó una comunicación para su pertinente publicación. Darwin conocía la respuesta desde hacía veinte años pero las dudas, y su naturaleza extremadamente metódica, le habían llevado a postergar el anuncio de la nueva teoría y preparar un exhaustivo libro, lo que sería “El origen de las especies”, que reescribía continuamente sin animarse a publicar. El azar quiso que ambos científicos mantuvieran una relación postal y que Wallace enviara su manuscrito a Darwin antes que al editor. Feliz casualidad que libró a Darwin de pasar a la historia como un segundón ya que tuvo tiempo de añadir al texto un resumen de sus propias investigaciones. Y de esta forma, aquel 1 de julio de 1858, ambos científicos tuvieron el honor de compartir la autoría de uno de los más grandes hitos que la ciencia ha conocido.


David Sucunza Sáenz

Investigador científico

Categoría: Ciencia, Biología, Historia

martes, junio 24, 2008

La Rioja celebra el 225 aniversario del aislamiento del wolframio

[Texto publicado en el diario La Rioja con fecha 23 de junio de 2008]


El descubrimiento de un nuevo elemento

Placa conmemorativa del bicentenario del aislamiento del wolframio (1983) por los hermanos Delhuyar, calle de Santiago, nº 3, Logroño. Una de las casas en la que vivieron los hermanos Delhuyar.La concatedral de Santa María la Redonda de Logroño conserva las partidas de bautismo y la pila donde fueron bautizados los hermanos Juan José y Fausto Delhuyar, que ocupan por sus innegables méritos un lugar de honor en la historia de la ciencia, siendo el de mayor repercusión mundial el descubrimiento del wolframio. En tan sólo cuatro meses, desde junio a septiembre de 1783, consiguieron aislar el nuevo elemento químico a partir de una muestra de wolframita. Para ello fueron imprescindibles los hornos y el equipamiento científico con los que contaba el Laboratorium Chemicum asociado al Seminario Patriótico Bascongado que había fundado la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País en la villa de Vergara (Guipúzcoa). Fue en la revista de esta sociedad ilustrada, Extractos de las Juntas Generales de Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, que aquel año de 1783 se celebraron en la ciudad de Vitoria, donde los hermanos Delhuyar publicaron su descubrimiento con el que asombraron al mundo entero al lograr aislar un metal muy difícil de extraer de sus minerales con los medios disponibles en la época.
Los hermanos Delhuyar describen su hallazgo de una forma precisa y rigurosa con una prosa exquisita con tan solo ochenta y cinco palabras. Este texto constituye uno de los más hermosos ejemplos de literatura científica, que se recoge aquí con su ortografía original tal y como aparece en la página 80 de su trabajo científico: “Habiendo puesto otros cien granos de este polvo en un crisol de Zamora, guarnecido con carbonilla, y bien tapado, á un fuego fuerte, en el qual estuvo hora y media, encontramos rompiendo el crisol después de enfriado, (q) un boton que se reducia á polvo entre los dedos. Su color era gris, y exâminándolo con un lente, se veía un conjunto de globos metálicos, entre los quales habia algunos del tamaño de una cabeza de alfiler, cuya fractura era metálica, y de color de azero.” Es muy difícil reseñar un hallazgo tan importante con tan pocas palabras. El descubrimiento del wolframio se difundió rápidamente por Europa a través de las memorias científicas que tradujeron el artículo original al francés, inglés y alemán. En 1786, tres años más tarde del descubrimiento del wolframio, el gran químico y farmacéutico alemán Martin Heinrich Klaproth, que aislaría años más tarde el uranio, circonio y cerio, reconocía humildemente: “…hasta el presente sólo Hr. Elhuyar ha tenido el éxito de conseguir el metal”, refiriéndose a Juan José Delhuyar.
España ha inscrito su nombre entre las naciones que han aportado nuevos elementos químicos al enriquecimiento de la tabla periódica. Tan sólo trece países han contribuido con nuevos elementos químicos, España ha aportado el platino, vanadio y wolframio. El platino fue descubierto en el Chocó (Colombia) en 1735 por el científico y marino sevillano Antonio de Ulloa y de la Torre Giral, pero no pudo comunicar su hallazgo hasta el año 1748, por lo que algunos autores toman este último año como el del descubrimiento del platino. El vanadio fue aislado, por vez primera, por el científico y naturalista madrileño Andrés Manuel del Río Fernández en una muestra del mineral vanadinita de Zimapán (México) en 1801, aunque por diversos avatares su descubrimiento se lo atribuyeron al químico sueco Nils Gabriel Sefström, quien, realmente, lo redescubrió en 1830 –casi treinta años más tarde–. El único elemento químico descubierto en suelo español ha sido el wolframio, aislado por los riojanos de origen vasco-francés Juan José y Fausto Delhuyar Lubice. La importancia del aislamiento del wolframio en el contexto de la historia de la ciencia y la tecnología española hay que enmarcarlo en el ámbito de uno de los mayores logros científicos de todos los tiempos.


Una historia de espías

Este importante hito histórico se destaca en dos placas conmemorativas, que el viajero atento descubre en el número 3 de la calle Santiago de Logroño, una de las casas donde vivió la familia Delhuyar y en las que puede leerse “En esta casa habitaron los hermanos Juan José y Fausto Delhuyar Lubice, logroñeses ilustres por su ciencia, descubridores del metal wolframio. Homenaje del lnstituto de Estudios Riojanos en el segundo centenario de sus nacimientos MCMLV” y “El pueblo de Logroño a los hermanos Delhuyar en el bicentenario del aislamiento del wolframio. MCMLXXXIII", respectivamente. Esta estrecha calle del casco antiguo logroñés, acceso privilegiado a la iglesia de Santiago, acogió las primeras aventuras de estos jóvenes riojanos.
Cuando Juan José contaba tan sólo 23 años fue contratado por el Ministro de Marina con conocimiento del rey Carlos III como espía “científico” al servicio de la corona para averiguar el método con el que los ingleses fabricaban los mejores cañones de su época. A esta misión de espionaje, le acompañó su hermano Fausto como catedrático de Mineralogía y Ciencias Subterráneas en formación. Ambos visitaron diversos países europeos con el propósito de estudiar sus minas y fundiciones metalúrgicas. El destino inicial era la Escuela de Minas de Freiberg en Sajonia, una de las más afamadas del mundo. De ahí Juan José Delhuyar se dirigiría a la Universidad de Uppsala, donde siguió un curso de química avanzada con el célebre profesor sueco Torbern Olof Bergman. Mientras tanto, su hermano Fausto fue reclamado por la Bascongada para hacerse cargo de su cátedra en Vergara. Desde Suecia, Juan José debía introducirse en Inglaterra hasta llegar a su destino final que era la fábrica de cañones de Carron (Escocia). A causa de la guerra entre Inglaterra y España, no pudo llegar a la fábrica escocesa. Ante los prolegómenos de la paz a finales de 1782, hizo que el Ministro de Marina suspendiera la operación de espionaje. En los primeros meses de 1783, Juan José recibió la orden de regresar a España.

Celebraciones del 225 aniversario del aislamiento del wolframio

En 2008, celebramos el 225 aniversario del aislamiento del wolframio, un acontecimiento histórico protagonizado por dos hermanos riojanos ilustres. Para conmemorar este importante hito científico, y difundir la vida y obra de Juan José y Fausto Delhuyar se han organizado este año diversas actividades, varias de ellas desde nuestra comunidad. La Universidad de La Rioja acoge del 9 al 11 de julio la II Escuela de Verano sobre Historia de la Química, dentro los cursos de verano de esta universidad. Este acontecimiento está organizado por la Fundación Universidad de La Rioja y patrocinado por el Foro Permanente Química y Sociedad, la Real Sociedad Española de Química, la Fundación Española de Ciencia y Tecnología (FECYT), el Gobierno de la Rioja y el Sistema Riojano de Innovación. Durante esos días expertos de varios países impartirán conferencias divulgativas sobre los aspectos más interesantes de la Química. Ésta es una ocasión única para que aquellos riojanos interesados en la Historia, la Ciencia y la divulgación científica puedan disfrutar de unas conferencias de primer nivel.
La Real Sociedad Española de Química y el Foro Permanente Química y Sociedad han organizado el II Concurso de Cómics de Mendeléiev dedicado al 225 aniversario del aislamiento del wolframio por los hermanos Delhuyar. Hasta el 20 de junio, estudiantes de secundaria, bachillerato y universitarios pueden enviar sus cómics con un máximo de ocho páginas sobre la vida de Juan José y Fausto Delhuyar y el aislamiento del wolframio. Se puede obtener más información en la web de la FECYT: http://tinyurl.com/5yf2zb.

Sociedad gastronómica y cultural “La Becada”, calle de Santiago, nº 3, Logroño. Una de las casas en la que vivieron los hermanos Delhuyar.Uno de los actos más destacados de las actividades que se van a realizar para celebrar el 225 aniversario del wolframio es la conferencia que el Prof. Pascual Román Polo de la Universidad del País Vasco impartirá con el título “Espionaje y azar en el aislamiento del wolframio” a las 12 horas del día 11 de julio en la sede de la sociedad gastronómica y cultural “La Becada”, No se podría haber elegido mejor lugar para esta conferencia, ya que tendrá lugar en el número 3 de la calle Santiago de Logroño, donde vivieron los Delhuyar. Esta es una ocasión única para conocer este edificio, singular del casco antiguo logroñés del siglo XVI y reformado en el XVIII para unir dos inmuebles, que hoy acoge a la Sociedad Gastronómica “La Becada”. Este acto será posible gracias al patrocinio de las Consejerías de Educación, e Industria y Energía del Gobierno de La Rioja. Será precisamente al finalizar esta conferencia cuando se hará entrega de los premios del II Concurso de Cómics de Mendeléiev dedicado a los hermanos Delhuyar, cada uno de ellos reconocido con 600 euros en cada una de las tres categorías: a) alumnos de enseñanza secundaria obligatoria; b) alumnos de bachillerato y c) alumnos universitarios.
El apellido Delhuyar, como precisa el ilustre riojano Jesús Palacios Remondo y biógrafo de la familia Delhuyar, está muy presente en la toponimia riojana, dando su nombre a centros enseñanza, calles, revistas científicas e institutos de investigación de toda España. En Logroño, calles con su nombre y placas conmemorativas celebrando su nacimiento y su descubrimiento –a instancias del Instituto de Estudios Riojanos–, perpetúan la memoria de estos dos grandes científicos. A Fausto se le reconoce perfectamente en la Fuente de los Riojanos Ilustres por su capa y la redoma que sujeta en sus manos, mientras la fuente le moja la espalda. En 2008, se celebra el 225 aniversario de su gran contribución a la ciencia universal, el descubrimiento de un nuevo elemento que ocupa la posición 74 de la tabla periódica. Este verano los riojanos tienen la oportunidad de conocer mejor a estos paisanos ilustres con un buen numero de actividades científicas y culturales.



Javier García Martínez y Pascual Román Polo

Categoría: Ciencia, Historia, Concurso

lunes, junio 16, 2008

Nuevas noticias sobre Ensaya'08

Nuevas noticias sobre Ensaya’08, IV certamen de divulgación científica Teresa Pinillos. El plazo para la presentación de trabajos finalizó el pasado 31 de mayo y han sido recibidos más de 200 ensayos aptos. Una alta participación que ha supuesto una gran alegría para los miembros de la asociación Nexociencia ya que pone de manifiesto que el certamen viene a cubrir una función necesaria dentro de la divulgación científica en español. Por otra parte, es de destacar también la variedad de procedencias de los ensayos recibidos. Así, un 30% de los escritos fueron enviados desde fuera de España, principalmente desde Latinoamérica, con lo que podemos asegurar que la difusión del certamen ha llegado lejos.

A partir de ahora llega el turno del jurado del certamen, que tendrá la dura misión de elegir un primer y segundo premio entre los ensayos recibidos y cuyo veredicto haremos público a mediados de octubre. Recordemos los nombres de sus miembros:

Jorge Wagensberg

Escritor y divulgador científico, es Director del Area de Ciencia y Medio Ambiente de la Fundación "la Caixa" y de la serie de pensamiento científico "Metatemas" en Tusquets eds.

Malen Ruiz de Elvira

Directora del suplemento "Futuro" del diario "El País".

Carlos Elías

Profesor titular de periodismo especializado en la universidad Carlos III de Madrid.

Mª Carmen Torres

Catedrática de la Universidad de La Rioja en el área de Bioquímica y Biología Molecular.

Javier García Martínez

Investigador Ramón y Cajal y director del Laboratorio de Nanotecnología Molecular en la Universidad de Alicante. Ganador del primer Certamen "Teresa Pinillos".

Para finalizar, nos gustaría agradecer la ayuda de todos aquellos que están contribuyendo a que Ensaya’08 sea un éxito. Desde los participantes, pasando por todos aquellos que nos han ayudado en la tarea de la difusión del certamen hasta los miembros del jurado que a partir de ahora tienen una ardua tarea. Muchas gracias a todos.

Nexociencia

Categoría: Certamen, Divulgación, Nexociencia

martes, mayo 27, 2008

La gallina de los huevos de oro

[Texto publicado en el diario La Rioja con fecha 10 de mayo de 2008]

En las frías montañas del noroeste de Suecia, donde el invierno es una oscura noche de ventisca que se alarga durante meses, vive un superviviente nato. Un campeón de la longevidad que ha sido capaz de soportar los rigores del clima subártico durante casi diez milenios y que sigue en pie con buena salud. Un ser vivo extraordinario con un aspecto nada particular; si se diesen un paseo por el bosque donde habita, no lo reconocerían. No verían más que un abeto rojo de unos cuatro metros de altura que no se diferencia en mucho de los jóvenes vecinos que le rodean. Pero, ya saben, las apariencias engañan. Bajo tierra es donde hay que buscar su secreto de la eterna juventud: un sistema de raíces que llevan vivas 9.550 años y que han tenido la capacidad de levantar sucesivos troncos, de una expectativa de vida de unos 600 años, que han ido relevándose en su imprescindible tarea fotosintetizadora.

Diez mil años de vida. Casi nada. Cien siglos de parsimoniosa existencia que abarcan innumerables generaciones de industriosos y voraces Homo sapiens. Y es que nuestra especie ha recorrido un largo camino durante este mismo período. Háganse una idea; más o menos al mismo tiempo que nuestro héroe germinaba, los habitantes de Oriente Próximo daban un paso trascendental en la evolución cultural del ser humano: las primeras domesticaciones de plantas silvestres y animales salvajes. Y si seguimos la sinuosa senda que lleva desde los albores del Neolítico hasta nuestra sociedad científico-tecnológica, nos topamos con que otros lejanos momentos estelares de la humanidad, como el nacimiento de la escritura o el descubrimiento del hierro, llegaron cuando nuestro protagonista ya era un vetusto árbol con una edad de cuatro mil años.

No sé a ustedes pero esta tremenda diferencia en escalas temporales me da que pensar. Porque, aunque este abeto rojo tenga el honor de ostentar el record de longevidad de un ser vivo, no es un caso aislado. En la misma cordillera sueca donde habita se han encontrado hasta una veintena de árboles de la misma especie que rondan los ocho mil años de edad, en Nueva Zelanda se están estudiando varios especímenes de otro tipo de coníferas de parecida edad y en el libro Guiness de los récords todavía aparece, con una marca de 4.800 años, un venerable pino erizo de las Montañas Blancas de California al que con toda justicia se le apoda Matusalén.

Lo que estos datos me dan que pensar es que el ser humano no es más que un recién llegado al desfile de la vida y que debería aprender de los que llevan en él mucho más tiempo. Nuestra especie ha progresado muy rápido y ha sido capaz de colonizar prácticamente cada rincón de la tierra firme del planeta pero su triunfo le está saliendo caro; se está produciendo a costa de la buena salud de la biosfera, que cada vez es más vulnerable. Y esto es algo que nos debería preocupar. Pero no por un sentimiento altruista hacia el resto de especies que pueblan La Tierra sino por puro egoísmo. Deberíamos recordar que para que el éxito de una especie sea duradero, no puede producirse a costa de la destrucción del ecosistema donde habita y del que obtiene los recursos que le permiten perseverar en la continua lucha que es la existencia. Eso es tanto como matar a la gallina de los huevos de oro.

¿Qué proporciona al ser humano esa gran gallina de los huevos de oro que es la biosfera? Hagamos un rápido recuento siguiendo la lista confeccionada por el naturalista norteamericano Edward O. Wilson en su libro «El futuro de la vida»: la regulación de la atmósfera y el clima, la purificación y la retención de agua dulce, la formación y enriquecimiento del suelo, el reciclado de nutrientes, la detoxificación y la recirculación de los desechos, la polinización de los cultivos y la producción de leña, alimento y combustible a partir de biomasa. Todos ellos bienes imprescindibles para la continuidad de nuestra sociedad y que solamente podremos seguir obteniendo mientras el medio ambiente no esté excesivamente deteriorado. Pero el problema de conseguir algo gratis es que uno olvida rápidamente su valor y eso es lo que nos ocurre. No nos damos cuenta de que dependemos totalmente del buen estado del resto de la vida del planeta que nos acoge ya que no hay manera de que nuestra ciencia y tecnología puedan reemplazar todos los servicios que la biosfera nos regala.

La vida se ha desarrollado en el planeta Tierra siguiendo su lenta pero continua evolución durante 3.700 millones de años; el Homo Sapiens sólo ha sido parte de ella durante los últimos doscientos mil, poco más que un suspiro a escala geológica. Como dejó escrito el científico y poeta Omar Khayyam «El mundo no era incompleto cuando nacimos,/ nada cambiará tampoco con nuestra ausencia». Pero nuestra especie sí que depende del medio ambiente en el que habita y de los recursos que la biosfera le brinda. Si queremos que nuestra estirpe tenga un futuro halagüeño deberemos frenar nuestra voracidad y comprender que el pan para hoy pero hambre para mañana de nuestro modelo de sociedad tendrá una pronta fecha de caducidad. La palabra clave en nuestro futuro tiene que ser desarrollo sostenible. No nos queda otra.


David Sucunza Sáenz

Categoría: Ecología, Biología, Ciencia, Noticias

jueves, mayo 08, 2008

¿El primer europeo?

[Texto publicado en el diario La Rioja con fecha 5 de abril de 2008]

La semana pasada supimos que una nueva joya ha sido extraída de ese gran tesoro que esconde el yacimiento de Atapuerca. Nada menos que los restos humanos más antiguos encontrados en Europa: un fragmento de mandíbula que aún conserva varios de sus dientes y que perteneció a un homínido que vivió en esta sierra burgalesa hace más de un millón de años. Acaso uno de los primeros europeos. O una de las primeras europeas ya que el pequeño tamaño de la mandíbula parece indicar que se trató de una mujer.

Como todo gran descubrimiento, esta pequeña pieza arqueológica suscita un sinfín de preguntas. A bote pronto, ¿Cómo fueron los primeros homínidos que poblaron Europa? ¿De dónde vinieron? ¿Son antepasados nuestros directos o su linaje se extinguió en algún momento de la prehistoria? Adelantemos que no es fácil dar respuestas precisas a estas cuestiones. Los restos humanos encontrados en los múltiples yacimientos que hay esparcidos por el mundo no son lo suficientemente abundantes ni detallados y existen grandes saltos temporales entre ellos. Digamos que, de la gran película que es la evolución humana, solo tenemos acceso a unos pocos de sus fotogramas y hay que deducir el resto del metraje a partir de estos incompletos vestigios. Y, naturalmente, no todos los especialistas han llegado a las mismas conclusiones así que la controversia es grande.

A grandes rasgos, parece que la película transcurrió como sigue. Hace unos 7 millones de años el antepasado común de los seres humanos y los chimpancés habitaba en los bosques que se extendían por el África Oriental. Cuando un cambio climático transformó este entorno y provocó que el bosque fuese parcialmente sustituido por monte bajo y pradera, una fracción de aquel ancestro común comenzó a evolucionar hacia una forma de locomoción más eficiente en campo abierto: el bipedismo. Andar sobre dos extremidades permitía recorrer largas distancias con menor gasto energético, otear el horizonte para detectar posibles peligros y liberar las extremidades superiores. Esta evolución condujo hasta los conocidos Australopithecus, que consisten en no menos de una veintena de especies de homínidos que poblaron esa zona de África hasta hace un millón y medio de años y cuya capacidad craneana no difería a la de los grandes simios actuales. Este último detalle es importante ya que el incremento en el tamaño del cerebro fue precisamente lo que marcó el nacimiento de nuestra estirpe, el genero Homo. Los restos del primero de ellos, llamado Homo habilis, se han encontrado en Kenia y Tanzania y datan de hace unos dos millones y medio de años. ¿Por qué se dio este aumento de cerebro? No se sabe a ciencia cierta pero es probable que tuviese que ver con un cambio en la dieta, que pasó a ser más variada y rica en calorías. Lo que si está claro es que el aumento se tradujo en una mayor inteligencia ya que junto a los rastros de Homo habilis aparecen las primeras herramientas de piedra tallada.

“Poco” después, hace unos dos millones de años, la aparición del Homo erectus, al que le cabría la denominación de “el pionero”, inició la gran expansión del hombre. Previsiblemente evolucionado a partir del Homo habilis, aunque ambas especies convivieron en África durante unos cientos de miles de años, el Homo erectus tenía ya un tamaño corporal cercano al del ser humano moderno y un cerebro de aproximadamente la mitad. Suficiente materia gris para mejorar su fabricación de utensilios de piedra, y poder así complementar su dieta con carne, aunque no lo bastante para alcanzar otra gran conquista, el control del fuego, que tuvo que esperar hasta hace medio millón de años. En cualquier caso, armado con unas largas piernas que le permitían correr largas distancias y una gran flexibilidad en su alimentación, que le hacían capaz de soportar las penurias de los inviernos de climas más fríos, el Homo erectus comenzó su expansión por el resto de África, Europa y Asia.

¿Cuál fue su camino hasta Atapuerca? Desde luego no pasó por el estrecho de Gibraltar ya que sus capacidades cognitivas no le permitían una empresa de ese calibre. Generación tras generación fue poblando nuevos territorios y extendiéndose cada vez más. Hace 1,7 millones de años lo encontramos al sur del Cáucaso, en la actual Georgia, donde existe un magnífico yacimiento en el que se han desenterrado varias calaveras de este periodo. De ahí, puede suponerse que fue colonizando las zonas que rodean al mar negro y acercándose cada vez más al oeste de Europa. No existen fósiles que garanticen esta ruta pero sí han aparecido utensilios de roca tallada de hace un millón y medio de años en Francia e Italia. Y por el camino debió de ir evolucionando ya que los rasgos de la mandíbula encontrada ahora en Atapuerca, de una edad de 1,2 millones de años, son algo distintos a los de las de Georgia.

Dejemos el relato aquí. Ciertamente, aún quedan muchos avatares que contar hasta la llegada del moderno Homo sapiens pero creo que hemos tenido suficiente como para abrir boca. A los que todavía les pique la curiosidad, les recomiendo una pequeña excursión. Los riojanos contamos con la gran suerte de tener el yacimiento de Atapuerca a más o menos una hora en coche. Anímense y vayan alguna vez a su parque arqueológico<. Podrán ver en qué condiciones trabajan los paleontólogos que allí investigan y resolver muchas dudas sobre nuestros orígenes. Y lo que es mejor, les proporcionará un montón de nuevas preguntas que seguirán alimentando la innata curiosidad de todo ser humano.



David Sucunza

Categoría: Noticias, Ciencia, Antropología

martes, abril 22, 2008

Concurso de cómics sobre los hermanos Delhuyar

La segunda edición del Concurso de Cómics de Mendeléiev está ya en marcha. Tras el éxito de la primera edición, centrada en la vida y obra del padre de la Tabla Periódica de los Elementos, Dimitri Ivánovich Mendeléiev, llega ahora una nueva convocatoria organizada por la Real Sociedad Española de Química y el Foro Química y Sociedad. En este caso, y conmemorando el 225º aniversario del aislamiento del wolframio, el concurso se centrará en los químicos riojanos Juan José y Fausto Delhuyar descubridores de este elemento químico.

El concurso está dirigido a estudiantes de enseñanza secundaria y bachillerato, así como universitarios. Los participantes deben basar su cómic en la época, vida y obra de los hermanos Delhuyar en un máximo de 8 páginas destacando los acontecimiento más relevantes. El formato es libre, en un tamaño DIN A4, en blanco y negro o color y se aceptarán formatos digitales o en papel. El jurado, formado por profesores e investigadores de Química y Ciencias, valorará la creatividad, el rigor científico, los aspectos artísticos y la originalidad. Se concederá un premio de 600 euros para cada categoría del concurso: enseñanza secundaria, bachillerato y universidad. La entrega de premios se llevará a cabo en la II Escuela de Historia de la Química en Logroño el 11 de julio.

Más información en:

http://www.rseq.org/pdfs/II%20ConcursoComicsMendeleiev.pdf



Categoría: Concurso

jueves, abril 10, 2008

Ensaya’08… ¡Quedan dos meses!

Como ya anunciamos en este blog, la asociación Nexociencia está organizando Ensaya’08, IV certamen «Teresa Pinillos» de ensayos de divulgación científica y humanística. Pues bien, el tiempo pasa rápido y ya hemos entrado en los dos últimos meses de convocatoria, que recordemos concluye el próximo 31 de mayo. Así que volvemos a recordar el evento para animar a los que todavía no se han decidido a participar.

Os recordamos algunas de las características de Ensaya’08:

El certamen está abierto a todos los campos del conocimiento, desde las ciencias experimentales hasta las sociales y humanas. Los trabajos, que tendrán una extensión de entre 1500 y 2500 palabras, deberán ser enviados por correo electrónico a nexociencia[arroba]nexociencia.org. Habrá un primer premio de 2000 euros y un segundo de 1000, además de un premio especial patrocinado por la Real Sociedad Española de Química para el mejor texto en el campo de la química. Podéis encontrar las bases completas en la página Web del certamen.

¡Ánimo! Ya sabéis, si tenéis algo que contar… Ensaya’08.

Nexociencia

Categoría: Certamen, Divulgación, Nexociencia

viernes, marzo 28, 2008

Claroscuros en la lucha contra el SIDA

[Texto publicado en el diario La Rioja con fecha 13 de Marzo de 2008]

Los últimos tiempos no han traído buenas noticias en lo que a la lucha contra el SIDA se refiere. Un reciente estudio del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas estadounidense ha puesto de manifiesto la dificultad de eliminar completamente el virus que causa la enfermedad, el VIH, del cuerpo de los pacientes infectados. Tras varios años de tratamiento con los potentes fármacos que atacan al VIH, los retrovirales, los pacientes no muestran señales del virus en su plasma sanguíneo pero siguen reteniendo pequeñas pero significantes cantidades en varios de sus tejidos, especialmente en los que rodean la pared intestinal. Lo que quiere decir que, con los fármacos actuales, los seropositivos que sigan una medicación adecuada no desarrollarán la enfermedad pero no pueden abandonar su tratamiento.
Por otra parte, sigue sin llegar la ansiada vacuna contra este temido síndrome. Los años pasan y a pesar del tremendo esfuerzo realizado, solo en EE.UU. se invierten cada año 600 millones de dólares, los frutos no son los deseados. Por ejemplo, el pasado septiembre la compañía farmacéutica Merck tuvo que suspender los ensayos clínicos de lo que había sido una prometedora posibilidad ya que los resultados obtenidos revelaron que no estaba ofreciendo protección contra el VIH. En la actualidad se están realizando los ensayos clínicos de al menos otras treinta potenciales vacunas pero los científicos han perdido el optimismo que mostraban en los años noventa. Así lo expresó la semana pasada el premio Nobel en Medicina David Baltimore en un discurso de la reunión anual de la prestigiosa Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS), donde dijo: "hemos tratado de encontrar una vacuna contra el VIH desde que el virus se descubrió pero ahora no estamos más cerca de encontrar esa vacuna de lo que lo estábamos entonces".

Existen varios factores que hacen de la vacuna contra el VIH un reto particularmente dificultoso. El principal hay que buscarlo en la propia naturaleza del virus, que tiene una extraordinaria capacidad para mutar cambiando su forma. Una habilidad que le ayuda a confundir a las defensas del organismo humano, y de ahí su peligrosidad, e impide el desarrollo de vacunas que utilizen partes reconocibles del virus para preparar al sistema inmunológico de cara a futuras infecciones.


Ante la decepción que puedan causar estas últimas noticias, es necesario recordar que la historia de la investigación contra el SIDA ha tenido más éxitos que fracasos. Desde que en 1981 se describió por primera vez esta enfermedad que ataca el sistema inmunológico dejándolo expuesto a otras infecciones, los avances se han ido sucediendo rapidamente. El agente patógeno que la produce, el VIH, se descubrió en 1983 y tan solo cuatro años después ya se había aprobado el primer fármaco para su tratamiento, el AZT. Lo que hace veinticinco años era una sentencia de muerte hoy, gracias al desarrollo y uso combinado de diversos retrovirales, se ha convertido en una enfermedad crónica que, de seguir un tratamiento adecuado, permite una vida practicamente normal. Y algo parecido puede decirse de su prevención. Es cierto que hasta ahora no ha sido posible desarrollar una vacuna pero desde hace años se conocen las causas de contagio -transmisión sexual, a través de sangre y desde una mujer embarazada a su hijo- y las campañas de información y educación sexual han demostrado ser la mejor arma para controlar la amenaza de su propagación.

En realidad, las peores noticias sobre el SIDA hay que seguir buscándolas en el tercer mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un 95 por ciento de los 33’2 millones de personas infectadas actualmente por el VIH viven en países en vías de desarrollo. Y el panorama es particularmente dramático en el África subsahariana. Con apenas una décima parte de la población mundial, sufre nueve de cada diez nuevos casos de infección del VIH y un 83 por ciento de las muertes por SIDA; trágicos datos que son una losa que pesa sobre el futuro de unos países ya de por sí empobrecidos. Conocemos la solución: prevención (educación sexual), análisis para detectar a tiempo a los infectados y tratamiento médico adecuado. ¿Cómo conseguir que llegen allí donde se los necesita?


David Sucunza

Categoría: Medicina, Noticias, Ciencia

lunes, febrero 11, 2008

En busca de la vida artificial

[Texto publicado en el diario La Rioja con fecha 2 de febrero de 2008]

El ser humano está a un paso de crear vida artificial. Éste es el impactante titular que muchos medios de comunicación han dedicado al último hallazgo del científico norteamericano Craig Venter, publicado en la prestigiosa revista Science el pasado jueves (24/1/08). Aunque en realidad la noticia debería haber sido tratada de manera algo más modesta, es igualmente reseñable: el grupo de investigación que dirige este brillante (y polémico) biólogo ha logrado sintetizar el genoma completo de un ser vivo a partir de elementos químicos. Un importante avance tecnológico que, según sus propios autores, podrá utilizarse para producir fármacos, fabricar biocombustibles o digerir contaminantes.

Crear vida artificial, da vértigo sólo de pensarlo. Sin embargo, parece que habrá que irse acostumbrando porque son varios los grupos científicos que, esparcidos por todo el mundo, investigan este tema y es posible que se convierta en realidad a medio plazo. Pero vayamos más despacio, que más de uno se ha podido perder entre tanta jerga científica. Creo que no estará de más explicar alguno de los términos que ya han aparecido antes de continuar con el tema que nos ocupa. Para empezar, ¿qué es un genoma? Podríamos denominarlo como el archivo genético que cada ser vivo hereda de sus antecesores y que determina todos los procesos biológicos que rigen su construcción y funcionamiento. O un poco más simple, el manual de instrucciones que cada célula lleva incorporado en su interior. Manual que está escrito en un lenguaje químico, el del ADN, compuesto solamente por cuatro letras, llamadas bases nitrogenadas. Según la complejidad del ser vivo en cuestión, su genoma necesita de un texto de mayor o menor número de letras. Así, el del ser humano ocupa la friolera de 3.300 millones; el que ha elegido Craig Venter para copiar, el de la bacteria Mycoplasma genitalium, es mucho más simple, tiene “tan solo” 582.000 letras.

Crear vida artificial supondría poner el genoma sintetizado junto a una serie de moléculas esenciales para la vida (proteínas, aminoácidos, lípidos…) y obtener una célula de esa mezcla. Nadie ha llegado hasta ahí y, de hecho, el proyecto de Craig Venter es bastante menos audaz; se limita a trasplantar ese genoma a una bacteria de otro tipo y cambiar así su funcionamiento. Nada más. Y nada menos porque, en el momento en que sea capaz de controlar el manejo de esta sofisticada técnica, tiene planeado modificar este genoma para añadirle nuevos genes que ordenen a la bacteria realizar funciones determinadas, como la producción de fármacos, fabricación de biocombustibles y digestión de contaminantes que ya hemos señalado.

Al igual de lo que ocurre con otras novedosas investigaciones en ingeniería genética, que por ejemplo ya permiten la síntesis de fármacos a partir de microorganismos modificados genéticamente, las posibilidades que abriría esta técnica son inmensas. Pero no todas agradables; también podría ser utilizarla con fines tan deplorables como la fabricación de armas biológicas. Un peligro que despierta un lógico recelo por parte de la sociedad e invita a un necesario debate ético.

A este respecto, la historia nos ha enseñado algo: todas las tecnologías desarrolladas por el hombre han tenido dos caras. El primer ser humano que fue capaz de controlar el fuego probablemente lo usó para calentarse en las noches frías, pero no tardó mucho en advertir que era una poderosa arma con la que vencer a los clanes rivales. Y qué decir de los metales, la pólvora, la máquina de vapor o la energía nuclear. Incluso la imprenta, que nos sacó de las tinieblas de la ignorancia e hizo posible la alfabetización y culturización masivas, ha sido utilizada para transmitir el odio entre naciones, credos y razas. ¿Será distinto esta vez? Probablemente no pero quizá exista una manera de limitar los usos perniciosos de las nuevas tecnologías: su comprensión pública. Parece mucho más complicado que algo te perjudique cuando entiendes su funcionamiento y los peligros que entraña. Lo mismo ocurre con las aplicaciones que se derivan de los avances científicos y tecnológicos; si la sociedad las conoce y comprende su significado podrá estar más segura de que no se volverán en su contra.



David Sucunza

Categoría: Ciencia, Biología

jueves, enero 17, 2008

Bienvenidos al ciclo 24

Ciclo solarEl ciclo solar (ciclo de actividad magnética solar) tiene que ver con la compleja actividad termonuclear que sustenta nuestra estrella. Como consecuencia, se producen fluctuaciones en la polaridad magnética del sol, cuyos polos magnéticos se invierten cíclicamente. Este ciclo fue descubierto en 1843 por Samuel Heinrich Schwabe, cuando estudiaba la evolución de las manchas solares. El primer ciclo fue observado y registrado en 1755; a partir de él se han seguido anotando hasta nuestra época, en la que acabamos de iniciar el ciclo 24. (Lista de ciclos solares.)

El ciclo solar tiene una duración media de 11,1 años, aunque se han observado ciclos cortos de 9 años y ciclos largos de hasta 14. Un nuevo ciclo comienza cuando aparecen las primeras manchas solares, después de un período de ausencia de las mismas. Las manchas aparecen primero a una latitud solar elevada; a medida que progresa el ciclo, las manchas van congregándose alrededor del ecuador solar. En esta página de la NASA, se hacen la pregunta: «¿está comenzando un nuevo ciclo solar?», con pertinentes explicaciones.

El origen de las manchas solares y su aparición cíclica fue estudiado por primera vez por George Ellery Hale. En 1908, demostró que las manchas solares están muy magnetizadas. Mas tarde, comprobó que en el sol se forman pares de manchas cuya polaridad magnética, dentro de un ciclo, es siempre la misma en un mismo hemisferio solar y opuesta en pares situados en hemisferios diferentes. Además, las polaridades se invierten en ambos hemisferios al cambiar de un ciclo al siguiente. Estos ciclos magnéticos tienen una duración media de 22 años que, por simetría, dan lugar al ciclo de 11 observado.

La aparición de manchas solares (el ciclo magnético) es uno de los factores, entre otros, que contribuye a las variaciones de luminosidad del sol. Sin embargo, el efecto de las manchas solares en lo que respecta al calor que llega a nuestro planeta es pequeño. Además, la inercia térmica de la tierra hace que prácticamente no se noten las variaciones.

Existen, no obstante, otros ciclos solares de mayor duración. El siguiente en duración es el denominado ciclo de Gleissberg, que dura unos 80 años. En este caso, la causa recae sobre el movimiento oscilatorio del sol alrededor de centro de masas del sistema solar. Este ciclo tiene mayor impacto en el clima, y es el responsable del mínimo de Maunder, ocurrido entre 1645 y 1715, que parece ser el causante de la conocida como pequeña edad de hielo. Además, existen otros ciclos de mayor duración, que no sólo involucran al sol sino también a los movimientos de la órbita terrestre, que influyen en el clima a una escala mucho mayor. Así se explican, por ejemplo, las grandes glaciaciones ocurridas en el pasado.

Según la opinión de algunos científicos, y en contra de las ideas generalizadas sobre el calentamiento global de la tierra, nos encaminamos hacia una época de frío. El efecto se podría notar ya en este ciclo solar, el 24. En especial, a partir de 2030, entraríamos en el mínimo de Gleissberg correspondiente y el enfriamiento global sería más notorio. Estos científicos sostienen que el calentamiento debido al efecto invernadero es muy pequeño y de mucha menor influencia que los cambios en la actividad solar. http://blogdejavima.blogspot.com/2007/10/partir-de-2012-asistiremos-un.html

¿Qué actitud tomar ante estas opiniones diametralmente opuestas dentro de la ciencia? Tanto si avanzamos hacia un período de calentamiento, como si este es de enfriamiento, está claro que el pánico sobra. La histeria, el uso político y el antropocentrismo sobran. El clima terrestre depende de un equilibrio delicado entre muchos factores y no se puede comprender simplemente atendiendo a procesos simples aislados, como puede ser el efecto invernadero o las manchas solares. Todo ha de analizarse en conjunto.

Por otro lado, no ha de olvidarse que las emisiones excesivas de dióxido de carbono constituyen sólo un aspecto del problema, y quizá no el más acuciante. Cualquier vertido masivo de sustancias, sean gaseosas, líquidas o sólidas, puede tener efectos adversos para la humanidad. Y es posible que el dióxido de carbono no sea nuestra mayor amenaza, si la comparamos con el creciente envenenamiento de las aguas, de la tierra y del aire con sustancias extrañas a la maquinaria metabólica de los seres vivos.


Alberto Soldevilla

Categoría: Astronomía, Noticias, Ecología

lunes, enero 07, 2008

Si tienes algo que contar… Ensaya’08

La asociación Nexociencia organiza Ensaya’08, IV certamen «Teresa Pinillos» de ensayos de divulgación científica y humanística. El certamen, cuyo plazo de presentación de trabajos concluye el próximo 31 de mayo, está abierto a todos los campos del conocimiento, desde las ciencias experimentales hasta las sociales y humanas, y admite ensayos con una extensión de entre 1500 y 2500 palabras.

El certamen «Teresa Pinillos» nació en el 2004 con el propósito de incentivar el uso del castellano como vehículo de comunicación científica, tecnológica y humanística, habilitar un espacio que facilite a los científicos la difusión de sus investigaciones en un lenguaje accesible al público no experto y ayudar a estrechar relaciones entre España y los países iberoamericanos en este ámbito. Desde entonces, se han realizado tres ediciones, que recibieron una buena acogida entre científicos y profesionales de la divulgación, y se han editado dos libros en los que se recogen los mejores trabajos presentados.

En esta nueva edición, Ensaya’08, se han introducido varias mejoras –nueva página Web, mayor presupuesto y dotación económica de los premios (el primer premio es de 2000 euros y el segundo de 1000)- y se cuenta con el apoyo de la Universidad de La Rioja, la Casa de las Ciencias de Logroño, la Escuela Superior de Diseño, la Consejería de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de La Rioja y la Real Sociedad Española de Química.

El certamen está abierto a todos los campos del conocimiento, desde las ciencias experimentales hasta las sociales y humanas. Los trabajos, que tendrán una extensión de entre 1500 y 2500 palabras y deberán ser enviados por correo electrónico a nexociencia@nexociencia.org antes del próximo 31 de mayo, pueden versar sobre diversos temas científicos, desde aquellos de orientación divulgativa hasta otros centrados en el análisis crítico de la situación actual de la ciencia y serán evaluados por un jurado formado por profesionales reconocidos de la comunicación científica y el mundo académico de acuerdo a su capacidad divulgativa, calidad literaria e interés social.

El objetivo de Nexociencia, asociación sin ánimo de lucro con sede en La Rioja y cuyo fin es la búsqueda de vías que faciliten la comprensión pública de la ciencia, es consolidar el certamen «Teresa Pinillos» como una de las referencias de la divulgación científica en español. Para ello, necesitamos dar la mayor difusión posible a su convocatoria, de la que se pueden encontrar sus bases completas en la página Web del certamen. A este respecto, agradecemos toda la ayuda que nuestros lectores puedan prestarnos en este cometido.

¡Ánimo! Ya sabéis, si tenéis algo que contar… Ensaya’08.

Nexociencia

Categoría: Certamen, Divulgación, Nexociencia