Ciencia para impacientes

miércoles, mayo 31, 2006

La lluvia ácida

[Emitido en el espacio "Divulgación Científica" de RNE 5 Todo Noticias - La Rioja]


Hoy en día, nuestra sociedad se colapsaría sin el consumo ingente de los combustibles fósiles carbón, petróleo y gas natural. Sin embargo, este uso abusivo provoca graves problemas medioambientales como el efecto invernadero o la lluvia ácida.

¿En que consiste esta lluvia ácida? Los combustibles fósiles, que están formados por carbono e hidrógeno, contienen también impurezas de otros elementos como azufre o nitrógeno. Cuando quemamos estos combustibles para obtener energía, el proceso químico que se produce es una oxidación y los compuestos que se derivan de ella se denominan óxidos. Una vez expulsados a la atmósfera, los óxidos resultantes de las impurezas de azufre y nitrógeno se combinan con vapor de agua dando lugar a ácidos, como el nítrico o el sulfúrico, que más tarde se precipitan en la tierra en forma de lluvia. Esta lluvia corrosiva degrada todo lo que toca y así, ha destruido enormes extensiones de bosques y tierra de cultivo, diezmado la vida de los lagos de agua dulce y cada año causa pérdidas de cientos de millones de euros por daños a construcciones y monumentos en todo el mundo.

¿Cómo podemos evitar la lluvia ácida? Sólo hay un camino, un ritmo de vida que suponga un uso más racional de la energía.

David Sucunza

Categoría: Química

jueves, mayo 25, 2006

Computación cuántica

Ayer se conoció el nombre del nuevo galardonado con el premio Príncipe de Asturias de Investigación. El premio recayó este año en el español Ignacio Cirac, que dirige el Instituto Max Planck de Óptica Cúantica en Garching. Además de ciertos detalles significativos, como ser el científico más joven en recibir este galardón o que su candidatura estuviera avalada por seis premios Nóbel, resulta interesante el hecho de que se haya premiado un estudio básico, donde la aplicación técnica (aunque posible y muy útil) es aún muy lejana.

Los ordenadores actuales, basados en chips de silicio, han ido aumentado su capacidad a lo largo de los años de forma constante. Se ha reducido su tamaño a la vez que se mejoraban sus prestaciones, su velocidad, su potencia. Sin embargo, esta evolución tiene un límite físico, pronosticado por la Ley de Moore: la progresiva disminución en los componentes de un ordenador llegarán pronto (2010?) a una barrera imposible de franquear con la tecnología actual. A medida que se reduce el tamaño de los chips de silicio y una vez que se alcanza cierto valor, los efectos cuánticos empiezan a tomar importancia. En el reino de la mecánica cuántica no se aplican las mismas leyes que en el mundo macroscópico en que vivimos. Para solucionar este problema, un buen número de grupos de investigación en todo el mundo (y todas las empresas de microprocesadores) buscan ya la manera de permitir que el progreso no se detenga. Las dos posibilidades más en boga son la nanotecnología y computación cuántica. Esta última se caracteriza no por propiedades concretas, sino por probabilidades. El uso de fotones para almacenar y transmitir información no sólo acarreará un menor tamaño y velocidad, más allá de la ley de Moore, sino que permitirá una mayor seguridad en las transmisiones y, lo que es tal vez más importante, permitirá afrontar una serie de problemas irresolubles para los ordenadores “clásicos”. Sin embargo, el desarrollo tecnológico aún esta lejano. Hasta dentro de varias décadas no estará disponible ningún ordenador cuántico capaz de competir con los actuales. Aún así, la investigación básica está de enhorabuena: no siempre se premia al que tuvo la idea. Felicidades, Ignacio.

Diego Sampedro

Categoría: Física

miércoles, mayo 24, 2006

Agenda para el diseño de una política científica solidaria

"Las variaciones de la ciencia dependen de las variaciones de las necesidades humanas,y los hombres de ciencia suelen trabajar, queriéndolo o sin quererlo, a sabiendas o no, al servicio de los poderosos o al del pueblo que les pide confirmación de sus anhelos".

Miguel de UNAMUNO,
Del sentimiento trágico de la vida, Madrid, Aguilar, 1987, p. 28

La reciente manifestación del colectivo "Precarios", el pasado 20 de mayo en Madrid, ha revelado la potencia del movimiento de los jóvenes investigadores, reconocido como interlocutor por el Gobierno a escala nacional y cada vez con mayor repercusión mediática. Pero también demuestra lo limitado, hoy por hoy, de los planteamientos de los becarios, cuando se trata de salir de las reivindicaciones puramente laborales (por otra parte, indiscutibles, y el motivo de que surgiera la organización).

En el Manifiesto por la investigación, además de la tradicional exigencia de derechos laborales para los investigadores, que en realidad hacen, de modo encubierto, un trabajo altamente cualificado y productivo, se proponen también medidas que afectan a los propios programas y planes de "diseño de una política científica" del Gobierno: que se invierta más en investigación y que se dé estabilidad a quienes se dedican a ella, creando más oportunidades de disfrutar de una carrera investigadora completa y sin sobresaltos. Estoy de acuerdo.

Ahora bien, y aquí viene lo que considero reprochable, los argumentos para exigir tales demandas se basan en criterios económicos: se comienza subrayando que "la producción investigadora (...) forma parte de la base fundamental que proporciona el desarrollo económico, social y cultural de un país de cara al futuro" (el subrayado es mío; nótese que la alusión al interés nacional tiene un contenido excluyente); a renglón seguido se añade que "la investigación no es un gasto, sino una inversión rentable"; y la petición de que se conceda más relevancia a la investigación básica (en gran parte, la científica teórica, incluyendo también aquí el manifiesto, de modo expreso, la humanista) se hace aduciendo que en ésta es en la que se apoya la "investigación tecnológica con rendimientos a corto plazo", y, por tanto, produce "rendimientos a largo plazo"; eso sin contar las referencias a la pérdida de dinero del Estado generada por la huida de becarios, bien al extranjero o para realizar actividades más lucrativas y menos precarias.

Me doy cuenta de que este lenguaje economicista es el que entienden los políticos, los medios de comunicación y los consumidores (antaño la categoría conocida como ciudadanos). Todos quieren dividendos y rentabilidad en la inversión. Y que al asumir este lenguaje la FJI no hace nada original, sino que imita el paso dado antes por investigadores reconocidos, como aquel que, hace poco (Joan G. Ginovart, "La revolución urgente", La Vanguardia, 23/02/2006), advertía que era necesario aumentar la inversión en investigación con el argumento de que "es una cuestión de supervivencia, está en juego el futuro de prosperidad y bienestar de nuestros hijos y nietos" (resalto otra vez el lenguaje combinación de interés nacional y economicismo), ya que los países que se quedan atrás científicamente están destinados a perder en la competición económica, cada vez más dura en un mundo globalizado. Así se encarga de subrayarlo otras parte del mismo artículo: "Sir John Rose, el jefe ejecutivo de Rolls Royce, dice que en el futuro hablaremos cada vez menos de países desarrollados, en vías de desarrollo y subdesarrollados, y cada vez distinguiremos más entre países con talento, con más talento y con mucho talento", cita que sirve al autor para afirmar que "el conocimiento, el talento, base de la innovación, será factor clave en el destino de los pueblos". Vaya, que para que siga el statu quo, el dominio económico de unos países, los desarrollados, sobre otros, los subdesarrollados, hay que invertir en I+D+i. Un argumento terrible, que habla directamente a los temores de Occidente: el miedo a perder la seguridad. O ellos, o nosotros.

Creo que los investigadores debemos rechazar esta lógica perversa, hacia la que nos deslizamos, de modo inconsciente (o al menos eso quiero pensar), al asumir la neolengua nacional-economicista para expresar nuestras demandas. Si hablamos en términos de competencia económica, contribuimos a reforzar el predominio de tales valores en la sociedad y la privatización del conocimiento.

Hay otra forma de hacer que se reconozca el trabajo de los investigadores como algo valioso e imprescindible: en lugar de subrayar el carácter de mercancía que, hoy por hoy, ya se le da a nuestra vocación, precisamente nuestra labor debe consistir en darle la vuelta a tal noción, y exigir el uso cívico y solidario del conocimiento generado gracias al apoyo público (y que de otro modo sería mucho más dificultoso producir). Es decir: hay que desvincular la investigación, la producción de conocimiento, un factor positivo a priori, del uso del conocimiento, éste sí perjudicial o benéfico, un tema que todavía no ha sido sometido a debate entre los investigadores, y en el que hasta ahora venimos actuando, cegados por la urgencia de justificar la dotación presupuestaria (nuestros propios ingresos), de un modo que refuerza el sistema dominante: éticamente reprochable y orientado a perpetuar los privilegios y la pobreza correlativa a ellos.

Aunque los "rendimientos a corto plazo" sean menores, propongo plantear las reivindicaciones respecto al "diseño de la política científica" desde el punto de vista de la utilidad social (es decir, humana) de la investigación, no sólo en un país, o en Occidente, sino a escala planetaria. Si la investigación crea bienestar, que no sea de modo comparativo y excluyente, reforzando la primacía de unos, que disfrutan de sus resultados, frente a otros, que padecen su falta de talento (ya se sabe, los pobres tienden a ser más torpes, y a merecer su miseria, así como la de sus hijos y nietos). Que se aproveche la investigación para promover la solidaridad y la cooperación. Si conseguimos que la sociedad se plantee estos valores, que los considere, que incluso llegue a asumirlos como propios, obtendremos grandes "rendimientos a largo plazo". Y, en todo caso, nos quedará la satisfacción moral de no contribuir al triunfo del cinismo imperante, el darwinismo social salvaje que bajo palabras edulcoradas disfraza de efectividad el refuerzo de las desigualdades de partida, el dominio a través de la violencia (no hay propiedad sin sus guardianes) y el expolio.

Esta es al menos mi propuesta de agenda, que sólo pretende ser un esbozo de orden del día, cuyos puntos hay que trazar, con calma y de modo mancomunado, entre todos los investigadores que creen que su trabajo sólo tiene sentido si cumple una función social y aspiran a hacer suyo el ideal del científico consagrado al bienestar de la humanidad. Manes de Einstein, os invoco.

Jesús Ruiz Pérez

cap.nemo@terra.es

http://www.terra.es/personal2/cap.nemo/

miércoles, mayo 17, 2006

La forja de un genio

[Emitido en el espacio "Divulgación Científica" de RNE 5 Todo Noticias - La Rioja]


Santiago Ramón y Cajal nació en la localidad zaragozana de Petilla de Aragón en 1852.

El tesón de este aragonés le convirtió en el primer español en conseguir el Premio Nóbel hace exactamente 100 años.


El joven Ramón y Cajal estudió medicina en Zaragoza . Acabados sus estudios, decidió presentarse a las oposiciones de médico militar y pasó a ser capitán con destino en Cuba, de donde la guerra, el paludismo y otras circunstancias le hicieron regresar en 1875. Reincorporado a la vida académica como profesor de Anatomía comenzó a investigar para su doctorado.

Fue director del Museo Anatómico de Zaragoza, catedrático de Anatomía de la Universidad de Valencia, catedrático de Histología en Barcelona y llegó a rechazar una cartera ministerial ofrecida por el Gobierno Liberal de Segismundo Moret.


En 1892 consiguió la cátedra de Histología en Madrid y dos años más tarde fue reconocido con el primer título en el extranjero de la Academia Médica de Roma y nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cambridge. A partir de ese momento recibió numerosos títulos y premios de las Academias y Sociedades de Ciencias y de Medicina de todo el mundo, culminando con la concesión del Premio Nobel en 1906. Cajal realizó la trascendental observación de que todas las prolongaciones de las células nerviosas terminan libremente y se comunican entre sí contactando unas con otras, y no formando una estructura continua como se creía. Se había comprobado por vez primera la estructura neuronal del sistema nervioso.


José Ignacio Barriobero

Categoría: Medicina, Historia

lunes, mayo 15, 2006

Ciencia para I... (II)

Saludos de nuevo; es lo malo que tienen las prisas, que uno se deja cosas por decir y no aclara lo suficiente lo que escribe. Pero tras un poco de reflexión y con la ayuda de los comentarios, verbales y escritos, creo que podré arrojar un poco de luz sobre las dos (eran dos, sí) ideas de mi anterior post:

  • Ciencia para científicos: la idea era (y sigue siendo) aportar un nuevo punto de vista para las entradas de esta bitácora, esto es, que se incluyesen algunas dirigidas a los propios científicos, que habitualmente «están pez» en lo que no corresponde a su esfera de conocimiento. A esto se puede alegar que el científico, en cuanto que ignorante en un tema dado, está en el mismo nivel que el no-científico, y por tanto no hay nada especial que añadir a lo que hay. Sin embargo, creo que de los científicos se puede esperar algo menos de impaciencia, ya que el Conocimiento (así, con mayúscula) no debe ser en el científico una mera cuestión de curiosidad que haya que satisfacer rápidamente para no perder la atención del lector, sino más bien una obligación, bien moral, bien creada por la necesidad de ampliar los horizontes del propio campo de conocimiento, integrando elementos (herramientas, técnicas, resultados) de otras áreas de la ciencia. Aunque claro, esta tarea podría justificar el hacer una nueva bitácora, e incluso varias más... Es solo una sugerencia. Al menos, pienso que el sector más libertario de este blog estará de acuerdo con la visión de la ciencia que pretendo dar aquí, la evolución a través de la simbiosis, en lugar de a través de la competencia.
  • Química y Tipografía: ciertamente, este tema se sale un tanto de este espacio, así que no he encontrado mejor solución (parafraseando al adorable robot Bender) que... ¡hacer mi propio blog! ¡Con casinos... y furcias! Así que a él me remito: lo he bautizado «Tipoquímica», y se puede visitar en esta dirección: http://tipoquimica.wordpress.com (espero que en adelante sea considerado como un blog amigo de éste).
Confío en que estas aclaraciones hayan sido suficientes. Si no, reclamen al maestro armero o comenten aquí abajo.


Alberto Soldevilla

Categoría: Ciencia, Química

jueves, mayo 11, 2006

III Certamen TERESA PINILLOS de divulgación científica

La Asociación de Investigadores y Tecnólogos de La Rioja (AITRi) ha organizado junto con la Universidad de La Rioja, el III Certamen de Ensayos de Divulgación Científica "Teresa Pinillos".
Los interesados en participar deben presentar un ensayo redactado en castellano con una extensión máxima de 2.000 palabras y que verse sobre cualquier campo de la actividad científica, de la humanístico-social a la científico-técnica.

Los originales deben presentarse antes del 15 de julio de 2006 mediante el sistema de plica: cinco copias del trabajo en papel (DIN A4, Times, 1,5 interlineado) más un disquete con el documento en formato word o texto (.txt) y un sobre con los datos personales del autor o autores en el interior (nombre, apellidos, dirección postal y de correo electrónico, teléfono) y el seudónimo en el exterior.

Toda esta documentación debe incluirse en un sobre en cuyo exterior no figuren los datos del autor para enviarla, con la referencia "III CERTAMEN TERESA PINILLOS DE ENSAYOS DE DIVULGACIÓN CIENTÍFICA AITRI-UR", a Universidad de La Rioja. Edificio Vives, Despacho 237, c/ Luis de Ulloa s/n, 26004, Logroño, La Rioja.

El fallo del jurado, compuesto por investigadores de la Universidad de La Rioja y representantes del tejido socioeconómico, se dará a conocer antes del 6 de octubre de 2006. El primer premio está dotado con 500 euros y los dos accésit, con 300 euros cada uno. El jurado valorará la capacidad divulgativa, la calidad literaria y el interés social del ensayo.

El derecho de reproducción de los ensayos premiados pasará a ser de la Universidad de La Rioja, quien en función de la cantidad y calidad de los mismos, podrá decidir su publicación en un libro recopilatorio.

En su tercera edición, el Certamen de Ensayos de Divulgación Científica Teresa Pinillos pretende aproximar la ciencia a la sociedad de manera que por una parte, el científico pueda hablar de su trabajo en un lenguaje didáctico y por otra, la propia sociedad manifieste su percepción de la ciencia o de determinados temas científicos.

Temática del Certamen

El certamen está abierto a todos los campos del conocimiento desde las ciencias experimentales hasta las sociales y humanas. Los trabajos pueden versar desde distintos temas científicos con un atractivo divulgativo marcado hasta el análisis crítico de la situación actual de la ciencia o los científicos. Los participantes podrán presentar un máximo de dos trabajos.

Se puede consultar los trabajos premiados en ediciones anteriores en: www.unirioja.es/aitri

José Ignacio Barriobero

Categorías: AITRi, Noticias

miércoles, mayo 10, 2006

V de bruja


[Emitido en el espacio "Divulgación Científica" de RNE 5 Todo Noticias - La Rioja]

La película “V de vendetta”, ahora en las salas de cine, vuelve sobre un tema clásico en la política-ficción: el Gobierno pretende consolidar su poder fomentando entre la población el miedo a un enemigo interno que, en realidad, no existe. En este caso la amenaza de atentados terroristas con armas bacteriológicas sirve para justificar una dictadura totalitaria cristiana, un argumento que alude, con bastante claridad, a la guerra de Irak y la “lucha contra el terror”.

Sólo los paranoicos ven una conspiración en cada esquina. Pero “haberlas, hailas”. A lo largo de la historia no han faltado ocasiones en las que el poder ha demonizado a grupos étnicos, sociales o religiosos para convertirlos en “chivos expiatorios”. Así lo atestigua el fenómeno de la caza de brujas, desarrollada en toda Europa, desde los inicios del Renacimiento, a lo largo de tres siglos.

En la primera parte de su Historia nocturna1, Carlo Ginzburg explica cómo primero se ensayó la persecución contra los leprosos, los mendigos y los judíos, candidatos ideales al odio, a los que se acusó de conspirar contra sus vecinos. Después se escogió otro objetivo: una escurridiza secta de adoradores de Satán.

Sí que existían, entonces como ahora, las brujas y los curanderos, pero eran figuras aisladas. La aportación de los inquisidores fue inventar el aquelarre, una reunión nocturna con el diablo, de modo que transformaron la brujería real en otra cosa: una dañina organización secreta. El propio procedimiento inquisitorial, que consistía en torturar al acusado para que delatara a sus compañeros, favorecía a su vez las denuncias en cadena y la multiplicación de las detenciones. El hecho de que el aquelarre, una ceremonia ficticia, siga siendo considerado hoy en día un acontecimiento real del pasado debería hacernos reflexionar sobre el enorme poder de la propaganda, una propaganda de la que a menudo han sido cómplices los propios historiadores.


1. Carlo GINZBURG, Historia nocturna, Península, Barcelona, 2003.


lunes, mayo 08, 2006

Ciencia para I...

Estimados lectores de «Ciencia para...»: me he percatado de que, tanto en ésta como en otras bitácoras que también tratan de encontrarle uso a la ciencia (y aún sentido) y hasta donde yo conozco, nadie ha abordado el sugestivo tema que a continuación presento: ciencia para científicos. A pesar de la paradoja, solo aparente, creo que es algo con mucho sentido: la mayoría de los científicos y de los que estamos un escalón por debajo solemos ser bastante ignorantes en todo aquello que se sale de nuestra íntima y limitadísima esfera de conocimiento.
Como esta idea perfila una labor de ingentes proporciones, voy a dejarla aquí a la espera de los (posibles) comentarios, sean de apoyo o en forma de lluvia de críticas o aún peor, silencio. Pero para sentar un precedente, quiero adelantar la que será mi humilde aportación, si todo sale bien. Aunando mi trabajo (Química) con una de mis caprichosas aficiones (Tipografía), voy a intentar escribir una breve guía sobre la composición de textos de química. (Como quizá algunos hayan adivinado ya, me refiero a usar (La)TeX para escribir textos de química. En mis búsquedas, no he encontrado nada parecido, ni siquiera en inglés, así que creo que ha lugar.) Si tengo éxito, el escrito verá la luz por entre los bytes de esta bitácora. Por supuesto, se admiten sugerencias y peticiones. Para abrir boca, allá va un ejemplo de lo que podría ser tal guía, que en este caso versa sobre Botánica: está disponible en la página del Grupo de Usuarios de TeX Hispanohablantes (CervanTeX), en concreto en el número 6 (pdf) de su revista «TeXemplares», bajo el título «LaTeX, Linux y la Botánica: una excelente combinación» (Páginas 27-40. También hay otros artículos interesantes en el mismo número.) Veamos cómo evoluciona la idea.

Alberto Soldevilla

Categoría: Ciencia, Química

¿El huevo o la gallina?

¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? Solemos usar esta pregunta para dar a entender que algo, por lo normal el origen de una situación, constituye un problema insoluble. A continuación propongo a los navegantes plantear el dilema del huevo o la gallina como un acertijo. Porque tiene una respuesta rigurosamente científica.

De acuerdo con la teoría de la evolución, cada nueva especie es la transformación de una especie anterior. Antes que la gallina que todos conocemos existía otro tipo de ave parecido a la gallina, pero que no era una gallina todavía, dado que le faltaba alguna característica peculiar propia de las gallinas. En un momento dado una de estas no-gallinas puso el huevo de la primera gallina, surgida genéticamente como fruto de un lento proceso de selección y cruce entre aquellas no-gallinas mejor adaptadas a las condiciones del medio. Por lo tanto, no hay misterio: lo primero fue el huevo, un huevo de no-gallina con un polluelo de gallina en su interior. Al menos eso es lo que nos permiten afirmar nuestras observaciones de la vida en la naturaleza.

(Deseo expresar aquí mi agradecimiento a Juan Manuel Soto Juárez, que fue quien me planteó este acertijo en la lejana época en la que ambos estudiábamos Física en Zaragoza.)

viernes, mayo 05, 2006

El agujero de ozono... ¿se cierra?

La capa de ozono parece estar presentando señales de recuperación según una reciente investigación publicada esta semana en Nature. Sin embargo, aún no está claro si este incremento en los niveles de ozono se ha producido gracias a una reducción de los productos químicos que la perjudican o es parte de la alta variabilidad que se presenta de forma natural en la atmósfera debida a los ciclos solares y los cambios en los fenómenos de transporte y temperatura.

La reducción de la capa de ozono que protege a la Tierra se debe a la acción química del cloro y el bromo liberados por los compuestos clorofluorocarbonados (CFCs), producidos por el hombre y que se utilizan en atomizadores de aerosol y equipos de refrigeración. Debido a las evidencias del descenso en los niveles de ozono en la atmósfera de las latitudes medias del planeta y el agujero generado en la Antártida se debían a la acción humana, los productos químicos que afectan a la capa de ozono fueron prohibidos con la firma del Protocolo de Montreal de 1987, que hasta ahora ha sido ratificado por 180 países. El adelgazamiento de la capa de ozono, que absorbe la mayoría de los perjudiciales rayos ultravioleta del sol, eleva los riesgos de cáncer en la piel y de cataratas en los humanos y podría además dañar los campos de cultivos y la vida marina.

Los autores del artículo, los doctores Weatherhead (Univeridad de Colorado) y Anderson (Instituto Meteorológico Danés), analizaron información recopilada a través de los satélites y estaciones en La Tierra y los datos procedentes de 14 modelos computacionales. Los científicos descubrieron que los niveles de ozono se han estabilizado o que se han incrementado levemente en los últimos 10 años. Sin embargo, una recuperación completa, si se produce, todavía podría tardar décadas. Los cambios de temperatura, los gases de efecto invernadero, el óxido nitroso y la dinámica de la atmósfera, factores que pueden modificar los niveles de ozono, influirán decisivamente en los valores futuros. La actividad volcánica en la Tierra también tiene un impacto. Por ejemplo, la explosión de 1993 del Monte Danubio en Filipinas provocó que los niveles en la capa de ozono mostraran un retroceso en varios años.


Queda aún por aclarar si estos incrementos son temporales o realmente el Protocolo de Montreal está surtiendo efecto.

Diego Sampedro

Categoría : Noticias, Ciencia

La Química y la cocina

(El siguiente texto ha sido emitido en RNE 5 "Todo Noticias")

Todos los cocineros son químicos –aunque muchos no lo sepan– y todos los químicos son cocineros, aunque también lo desconozcan. De hecho, la química empezó en la cocina y las primeras reacciones químicas se produjeron, asando alimentos, cociéndolos, mezclándolos, haciendo emulsiones, sazonándolos, friéndolos, filtrándolos, espesando salsas y destilando líquidos, llegando incluso a dominar empíricamente algunas operaciones bioquímicas, como la fermentación para producir vino, cerveza y miles de clases de quesos y panes.

Los primeros aparatos y operaciones de los alquimistas se tomaron prestados de la cocina, y las ollas, los peroles, los alambiques, los morteros, los hornos y las grandes cucharas para revolver las mezclas fueron los instrumentos con los que se comenzó a trabajar con el mercurio, el azufre, el carbón y toda clase de mejunjes en búsqueda de recetas para producir oro, la piedra filosofal y la eterna juventud.

Estos aparatos y procedimientos se fueron modificando poco a poco y algunos se devolvieron a la cocina notablemente mejorados, siendo quizás los ejemplos más clásicos el de la olla a presión –que permite cocinar a temperaturas más altas que con el agua o el aceite- y el “baño maría”, que todo cocinero conoce y que se debe a la alquimista “María la Judía”, así llamada porque el gran alquimista Zoísmo se refería a ella diciendo que era hermana de Moisés, pues podía calentar a 100 grados los alimentos sin que se mezclasen con el agua.

Pero la química sobre todo aportó a la cocina el conocimiento del por qué de las cosas y cuál es la influencia de los diferentes ingredientes y operaciones en el resultado final de un buen plato.


José Ignacio Barriobero

Categoría: Química

jueves, mayo 04, 2006

¿A qué se deben los terremotos?

(El siguiente texto ha sido emitido en RNE 5 "Todo Noticias")

La superficie de La Tierra está compuesta por grandes placas rígidas, de hasta 100 kilómetros de espesor, que se desplazan como si fueran témpanos flotantes de hielo. Este movimiento se debe a que el manto del interior del planeta, que está muy caliente, fluye y se deforma lentamente como el hielo de los grandes glaciares. Si este calor no llega a la superficie es porque las rocas de la corteza, más frías y casi rígidas, actúan como aislante térmico.

El movimiento de estas placas es muy lento, en el intervalo de una vida humana no supera el centímetro, pero considerando el transcurso del tiempo a escala geológica pueden llegar a recorrer miles de kilómetros. En este desplazamiento, las placas colisionan y se arrugan como los pliegues de una tela dando lugar a nuevas montañas y cordilleras. Así, el Himalaya surgió hace unos cincuenta millones de años cuando la India y Asia, que anteriormente estuvieron separadas por un enorme océano, chocaron entre sí.

Los terremotos tienen la misma causa. Las fricciones entre las placas tectónicas van acumulando tensiones mecánicas que en un momento dado acaban por descargar originando los temidos temblores de tierra.


David Sucunza

Categoría: Geología

miércoles, mayo 03, 2006

La imprenta y su impacto en la cultura europea

En el devenir de la historia, varios momentos han sido fundamentales para el desarrollo de la cultura europea. Probablemente el más importante de todos ellos haya sido el siglo XV, el siglo del Renacimiento. Diversos acontecimientos contibuyeron al cambio de mentalidad que fue su origen. Por un lado, el declive del imperio bizantino, que desaperecía en 1453 con la conquista de Constantinopla por los turcos, motivó que muchos eruditos grecoparlantes huyeran hacia el oeste, principalmente a Italia, llevando consigo gran número de documentos que sirvieron para el redescubrimiento del arte y la cultura clásica. Por otra parte, el despoblamiento que sufrió el continente debido a las epidemias de peste del siglo XIV provocó la subida de los salarios de los trabajadores y favoreció la invención de tecnología que pudiera sustituir a la mano de obra. A su vez, los adelantos técnicos fueron fuente de nuevos descubrimientos que transformaron la sociedad europea. Entre ellos se pueden destacar los viajes oceánicos, que llevaron al descubrimiento de nuevos continentes, y la invención de la imprenta, que permitió la rápida transmisión de conocimientos.

En la Edad Media el saber había quedado recluido a las bibliotecas de los centros religiosos. Allí, los monjes copiaban a mano obras clásicas y religiosas en pergaminos elaborados con piel de res lo que les permitía controlar que obras eran difundidas y cuales quedaban en el olvido. El alto coste de los libros los hacía piezas raras, la biblioteca del Papado en el palacio de Aviñón que fue una de las mas completas en el siglo XIV sólo llegó a reunir unos 2.000 códices, y eran muy pocos los personaje que dada su elevada posición económica y social podían adquirirlos. Así, los libros tenían un sentido comunitario. Por ejemplo, los libros de coros medievales están escritos en grandes caracteres ya que se leían en grupo. También era común en los conventos las lecturas en voz alta durante las horas de comida o recogimiento.

A finales de la Edad Media, mientras en los conventos se iba abandonando la dura tarea de copista en beneficio de una vida más comoda, las primeras universidades y la burguesía urbana, con un mayor desahogo económico, demandaban más libros. La primera actividad relacionada con su manufactura que salió del ámbito religioso fue la encuadernación. Por otra parte, desde el siglo XII se conocía en Europa el papel pero no se pudo fabricar en gran cantidad hasta el desarrollo del molino de mazos alternantes. El papel era necesario para la imprenta cuyo primer ejemplo fue la xilografía. Esta técnica, que como el papel fue inventada en China, consiste en el grabado del inverso de un texto o dibujo en una plancha de madera dura que posteriormente es usada para imprimir varias hojas de papel. Sin embargo, la xilografía es una labor muy dura y costosa y la madera no soporta un uso prolongado en la prensa.

La aportación fundamental para el desarrollo de la imprenta fue el uso de tipos móviles que pudieran juntarse para un trabajo y volver a separarse posteriormente. Esta fue la gran idea que tuvo Johannes Gutenberg, que trabajaba como orfebre y artesano en Maguncia, alrededor del año 1440. Pero con anterioridad ya habían existido precedentes de esta invención. En la China del siglo XII, el alquimista Bi Sheng fabricó por primera vez tipos móviles de madera pero el gran número de signos que componen el alfabeto chino hizo que el invento no tuviera éxito y cayera en el olvido. Por otro lado, los encuadernadores europeos del siglo XV también utilizaban un sistema de tipos sueltos para grabar las portadas de piel y que venían a ser unos hierros con caracteres invertidos parecidos a los que se usan para marcar ganado. De hecho, Gutenberg no fue el único que tuvo la idea de los tipos móviles en su época y en similares fechas otro artesano, Lauren Janszoon Coster, diseñó en Holanda un prototipo similar aunque menos práctico.

Para desarrollar su idea con carácter de negocio empresarial, Gutenberg se asoció con un acaudalado platero, Johann Fust. Pronto advirtieron que la vida de los tipos de madera en las viejas prensas de vino que utilizaban era demasiado limitada por lo que comenzaron a hacerlos de metal, primero de plomo y luego en una aleación de éste con estaño y antimonio. El primer libro impreso en el taller de Gutenberg fue la Biblia de 42 líneas, que tuvo una tirada de 180 ejemplares, estaba formada por más de 1200 páginas y utilizaba la letra gótica. Siguiendo este ejemplo, las primeros libros impresos fueron obras religiosas y tenían un terminado lo más parecido posible a los escritos a mano. Así, la posición de mayúscula al inicio de capítulo quedaba sin imprimir para que fuera posteriormente dibujada a mano.

En 1462, Maguncia fue saqueada por las tropas del conde Adolfo de Nassau lo que llevó a la mayoría de los impresores a huir de la ciudad y extenderse por toda Europa llevando su oficio consigo. Muchos tuvieron como destino Italia donde la manufactura del libro artesanal religioso estaba más desarrollada que en Alemania. Allí, los impresores entraron en contacto con las ideas renacentistas y comenzaron a componer libros de autores clásicos griegos y romanos. En esta labor destacó Aldus Manuncio, el más importante prototipógrafo después de Gutenberg. Desde su taller en Venecia comenzó a editar libros de menor tamaño, con un formato de octavo, que los hacía más baratos y manejables y fue éste un paso fundamental que permitió una difusión más amplia de la cultura humanística.

Al inicio del siglo XVI, la imprenta ya era una industria generalizada en Europa, por ejemplo en Venecia existían más de 400 imprentas, y se había convertido en un arma fundamental para transmitir el conocimiento y las nuevas ideas. Así, el texto impreso fue esencial para divulgar la Reforma emprendida contra la jerarquía eclesiástica. Además de emitir miles de panfletos con sus ideas, Lutero publicó en 1534 la Biblia traducida al alemán, en lo que se convirtió en el primer libro de circulación masiva de la historia. Poco después, y al tomar conciencia de la fuerza de la imprenta, la contrareforma instauró la censura para luchar contra el poder democratizador del libro.

El abaratamiento de los costes al usar papeles y tintas de menor calidad y el uso de la lengua vulgar fue clave para que comenzase el proceso de alfabetización de la población europea. Y el acceso al conocimiento posibilitó que se desarrollara su capacidad crítica frente a verdades que hasta entonces se creían inmutables. Este cambio de actitud permitió la revolución científica que vendría en siglos posteriores. Revolución cuyo inicio podemos fechar en 1543. En este año fueron publicados dos hitos de la investigación científica: “De Humani Corporis Fabrica” de Andres Vesalio y “De Revolutionibus Orbium Coelestium” de Nicolás Copérnico. El primero marcó el comienzo de la investigación biológica sobre el cuerpo humano, el segundo acabó con la idea de que La Tierra es el centro del universo.

David Sucunza

Categoría: Historia